Me atrevo a decir que este jardín es un remanso de paz en la ciudad de Verona. Puede que muchos se queden en la romántica historia de Romeo y Julieta, pero Verona ofrece al visitante mucho más. Este jardín renacentista del “Cinquecento” es una joya que mantiene todavía el encanto desde sus orígenes.
En este lugar mágico y lleno de vida se funden arte, naturaleza e historia. Lo mejor es entrar y dejarse llevar por cada uno de los elementos que lo componen, fontana, mirador, laberinto, estatuas, gruta.... La visita a este jardín nos transmite la esencia del jardín renacentista del Cinquecento.
Nada más atravesar el atrio con estilo renacentista, nos encontramos en un mundo de paz y sosiego.
Entre grandes cipreses y setos que festonean los diversos senderos descubrimos estatuas mitológicas que parece que nos quieran contar algo.
Una fontana nos acompaña con el sonido del agua mientras una paloma se acerca a beber el agua fresca para aliviar el calor del verano.
Al fondo, a modo de terrazas, el jardín se funde con un bosquete de árboles, a través del cual llegamos hasta una torreta y un mirador sobre un gran dragón de piedra que nos controla desde el punto más alto del jardín. Desde allí, las vistas más hermosas de la ciudad de Verona.
Es en la segunda mitad del siglo XV hacia 1570, cuando Agostino Giusti comienza con esta obra, alrededor del palacio donde se había instalado la familia Giusti.
Un laberinto, considerado como el más antiguo de Europa, que fue restaurado en 1876 por el arquitecto Luigi Trezza, manteniendo la estructura originaria. Un pasillo central de cipreses, nos dirige la vista hacia la parte más elevada.