domingo, 30 de enero de 2011

REAL JARDÍN BOTÁNICO DE MADRID.

Uno de los lugares que tienen encanto en Madrid es el Real Jardín Botánico. Bien merece una visita este espacio por su belleza e interés científico. Se encuentra ubicado en la Plaza de Murillo nº 2.
El 17 de octubre de 1755, Fernando VII ordenó la creación del Real Jardín Botánico de Madrid, que se instaló en el Soto de Migas Calientes a las afueras de Madrid. A partir de 1774, Carlos III dio instrucciones para su traslado al actual emplazamiento del Paseo del Prado donde se inaugura en 1781.
Desde su creación se desarrolló la enseñanza de la Botánica y se auspiciaron expediciones a América y el Pacífico., se encargaron los dibujos de grandes colecciones de láminas de plantas y se acopiaron importantes herbarios que sirvieron de base para descubrir nuevas especies para la Ciencia.

En 1857 se realizaron reformas importantes que aún perduran como el invernadero Graells y la remodelación de la terraza superior. También se instaló un jardín zoológico que años más tarde se trasladó a los jardines de El buen Retiro.
Posteriormente su superficie disminuyó al destinar dos hectáreas al edificio que actualmente ocupa el Ministerio de Agricultura (1882)

En 1939 pasa a depender del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y es declarado Jardín Artístico en 1942.
Tras sucesivas reformas, el jardín ha llegado a nuestros días, siendo un espacio abierto para el estudio y la investigación. Por otra parte, también es un lugar apto para el paseo y el descanso.

Destaca la presencia de las estatuas de nuestros botánicos ilustres en uno de los principales pasillos.
Nos encontramos con colecciones interesantes como la de Dalias y la de Peonías, a parte de una cantidad inmensa de árboles y arbustos. Merece la pena visitar el invernadero. Entre sus principales labores destaca la investigación. También hay un gran herbario, biblioteca y archivo que son elementos indispensables.

Fuentes:

Folleto informativo del Real Jardín Botánico, CSIC.

miércoles, 26 de enero de 2011

RANA COMÚN. Pelophylax perezi.

¿Quién en la infancia no ha jugado en un río o en una charca con los renacuajos? ¿Quién no ha visto a una rana saltar cuando nos hemos acercado a ella? No sé si los niños de hoy tienen la oportunidad de entrar en contacto directo con la naturaleza. Seguro que los que habitan en zonas rurales, aprenden y descubren más rápido el medio natural. La vida en las grandes ciudades impide a los niños el contacto directo con la naturaleza. Resulta muy interesante observar la transformación de ese renacuajo en adulto, viendo como van creciendo las patas y tras perder la cola, vemos una ranita capaz de saltar.

Las ranas siempre llaman la atención por varios motivos. Sólo su canto nos hace estar pendiente de ellas. También  nos hacen gracia sus saltos. Incluso este animalito se ha utilizado como modelo para crear muñecos para los niños.

La rana común o Pelophylax perezi, se caracteriza por un colorido variable entre el pardo y el verde. Pertenece a la familia de los ránidos. Es fácil detectar una banda dorsal clara. Los adultos miden de 5 a 10 cm de longitud. Pupila ovalada y horizontal. Ojos muy prominentes. Tímpanos muy patentes
Se trata de un anfibio que suele permanecer en agua o bien cerca de ella. Están activas tanto de día como de noche.

El periodo reproductor se extiende de abril a julio.

Mientras el renacuajo es omnívoro, los adultos se alimentan principalmente de artrópodos, sin despreciar tampoco cualquier lombriz que puedan atrapar. También están sus predadores, entre los que destacan las culebras de agua.

Se distribuye principalmente por toda la península Ibérica. También presente en el sur de Francia. Se halla introducida en las islas Baleares y en las islas Canarias con la excepción del Hierro y Lanzarote.

Aunque las poblaciones se hallan en buen estado, la desaparición de charcas y cauces de agua puede afectar su presencia en lugares donde siempre han existido. Los productos fitosanitarios y vertidos tóxicos a los cauces son las peores amenazas.

Fuentes:



viernes, 21 de enero de 2011

"El PI DEL SALT" - NÁQUERA (Valencia)

Partiendo desde la población valenciana de Náquera, ubicada a unos 24 km de la ciudad de Valencia, tomamos la senda que nos lleva hasta el “Pi del Salt”. Para ello seguiremos las marcas del sendero PRCV-329. En un recorrido de poco más de 4 km. llegamos a nuestro destino. Se trata de un lugar muy emblemático para todos los amantes de la naturaleza, en especial para los habitantes de la Sierra de Calderona, que lo conocen y en más de una ocasión a lo largo de la historia han tenido que salir en su defensa.
Este árbol monumental, es un ejemplar de Pinus alepensis, conocido comúnmente como pino carrasco o pino de Alepo. Pertenece a la familia de las Pináceas. Este ejemplar tiene un perímetro de 4,10 m, a una altura de 1,30 m. Tiene unos 18,10 m. de altura. La copa un diámetro de 20 m. (Datos de Árboles Monumentales de la Excma. Diputación de Valencia). Su porte es de belleza inigualable.

El pino con unos 150 años de antigüedad aproximadamente, está ubicado entre las ruinas de una antigua cantera. Según comentarios de algunos lugareños, el pino estuvo a punto de ser cortado en más de una ocasión (aún es posible ver la heridas cicatrizadas). Gracias a los picapedreros de la época, que salieron en su defensa ante los diversos ataques, el pino permanece todavía aquí.
El entorno de los alrededores, se va recuperando del cruel incendio padecido en verano de 2004, que asoló gran parte de la Calderona hasta llegar a las inmediaciones del pueblo. Los trabajos de reforestación junto a la recuperación con la madre Naturaleza, van dando de nuevo un color a todo lo que quedó reducido a cenizas.

viernes, 14 de enero de 2011

ASCENSIÓN A GUAJARA.2715 m. P. N. DEL TEIDE. Tenerife.

 
Fecha: 29-12-2010
Participantes: Fran, Ignacio, Patrick, Álvaro y Fernando
Distancia:11,19 KM
Tiempo: 4,5 horas
Dificultad: Media-alta (Sin dificultades técnicas)
Acceso: Desde la Autovía del Norte, Tomamos la Carretera del Teide TF-21 a nivel de La Orotava, hasta llegar al Portillo. También podemos acceder por la TF-24 si vamos por La Esperanza o bien por la misma TF-21 si venimos desde el sur de la isla. Existe la posibilidad de acceder en guagua con las líneas 348 y 342.
Recorrido: Parador Nacional-Senda Parador-Pista de tierra-Senda subida-Degollada de Guajara-Guajara.-Degollada de Ucanca-Senda de bajada-Senda Parador-Parador Nacional.
Recomendaciones: Llevar agua aunque podemos ir a la fuente de Guajara, calzado de montaña, protección solar y ropa de abrigo. Tener extrema precaución con la senda cuando va junto a los cortados. En caso de haber hielo, llevar material técnico si de sabe utilizar. En caso contrario, mejor bajar y subir por la parte más suave, evitando la senda de los cortados. El vehículo se puede dejar el parking cerca del parador. Estar pendientes de los puntos de color verde y mojones en algunos tramos de la senda. Podemos acceder hasta el parador con la guagua 348 que sale todas las mañanas a las 9:00 desde el puerto de la Cruz, pero hay que calcular el tiempo, pues vuelve a las 4:00.
Esta es la segunda vez que subo, y aunque la otra vez fue en las mismas fechas de hace dos años, esta vez ha sido diferente, mucho más fácil al no haber hielo. En esta ocasión se ha optado subir por la Degollada de Guajara y bajar por la Degollada de Ucanca, camino inverso al de la vez anterior. Gracias a Ignacio hemos podido llegar hasta la fuente de Guajara,
La cumbre de Guajara con sus 2715 m de altitud sobre el nivel del mar, es la segunda más alta de la isla. Desde ella podemos divisar la mejor panorámica del Teide y del Parque Nacional. En los días claros, se puede divisar las islas cercanas como Gran Canaria, La Gomera y La Palma.
Comenzamos nuestra ruta junto al Parador Nacional del Teide, donde tomamos una estrecha senda que nos acercará a una pista de tierra, cerca de Las Piedras Amarillas. Seguimos la pista, hasta que lleguemos al punto donde tomaremos la senda a mano derecha que nos lleva hacia la degollada de Guajara.

Desde la degollada de Guajara, hay una  vista magnífica del Teide, de Las Cañadas y del Barranco del Río.  Desde aquí tenemos la opción de acercarnos a la fuente de Guajara como hemos hecho en este recorrido o bien seguir la senda hasta la cumbre de Guajara.
La fuente de Guajara, sorprende por manar agua a tal altitud, y además en un lugar tan seco donde la vegetación es mínima. Esta agua se va filtrando por los materiales del suelo, para luego unirse a otras aguas en su descenso hacia el Barranco del Río.
Si el día es frío y ventoso, nos vendrán muy bien las paredes de piedra que hay en la cumbre para refugiarnos de los fuertes vientos que azotan el lugar.
En la cumbre es muy frecuente ver al bisbita caminero (Anthus berthelotii), acercarse a los excursionistas, posiblemente esperando a comen las migajas de pan que se pueden desprender de los bocadillos.
Para emprender el descenso, buscaremos la senda que baja paralela a las paredes verticales de la cara Norte de la cumbre, siempre con extrema precaución. Si no se está acostumbrado a ir por este tipo de terreno se puede volver por la misma senda que hemos utilizado para ascender, ya que es el sendero señalizado.
Entre las especies vegetales que nos vamos a encontrar por la senda, tenemos el cedro canario (Juniperus cedrus), retama del Teide (Spartucytisus supranubius), rosalillo de cumbre (Pterocephalus lasiospermus), alhelí del Teide (Erysimum scoparium), cabezón (Cheirolophus teydis), taginaste rojo (Echium wildpretii), rosal silvestre (Rosa canina), peralillo de cumbre (Sorbus aria)… Curiosamente en la fuente de Guajara podemos encontrar la menta de caballo (Mentha longifolia).
Aunque el día fue frío y ventoso, pudimos disfrutar en algunos momentos de ver a las nubes envolviendo a las rocas, creando una atmósfera especial. También pudimos disfrutar de un hermoso atardecer con esos rayos anaranjados del sol que iluminaban las rocas.

Un grato saludo para todos los compañeros de ruta.

Fuentes:


viernes, 7 de enero de 2011

MALPAÍS DE GÜÍMAR. Tenerife.

Fecha: 27-12-2010
Participantes: Silvia y Fernando
Dificultad: Baja
Distancia: 7 km
Tiempo: 2 horas
Recorrido: Puertito de Güímar-Montaña Grande-Montaña del Mar-Puertito de Güímar
Acceso: Por la autovía TF-1, Salida Puertito de Güímar. Buscaremos el inicio del recorrido hacia el Este, donde acaban los edificios junto al mar.

Recomendaciones: Llevar calzado cómodo de montaña, gorra y agua. La zona es muy sensible y hay que respetar el entorno al máximo.
El Malpaís de Güímar, es una Reserva Natural Especial en la isla de Tenerife, que ofrece al senderista  paisajes de gran belleza. En muchos momentos se tiene la sensación de estar en un jardín natural donde contrastan las especies vegetales con el suelo, combinando colores y texturas.
Fue declarado por la Ley 12/1987 , de 19 de junio, de Declaración de Espacios Naturales de Canarias, como paraje natural de interés nacional del Malpaís de Güímar, y reclasificado a su actual categoría por la Ley 12/1994 , de 19 de diciembre, de Espacios Naturales de Canarias.
La zona se encuentra altamente amenazada por estar junto a una autovía y junto a una zona industrial, así como otros factores humanos que suponen un riesgo para el entorno. La zona también está amenazada de vertidos petroleros como pasa en más de una ocasión y otros residuos que traen las corrientes que van de Este a Oeste.
La definición de “malpaís” se refiere a la denominación popular canaria de un tipo de coladas volcánicas, que hace alusión a su superficie áspera y difícilmente transitable. Es una superficie irregular y con aristas muy afiladas. En este caso estamos ante unas coladas menores de 10.000 años de edad.
Comenzaremos en el punto de partida, y tomaremos la senda que se desvía a la izquierda hasta aproximarse a base de la Montaña Grande con sus 276 m. sobre el nivel del mar. La senda junto a la costa será el camino de vuelta. También veremos otros dos conos más pequeños conocidos como las Morras del Corcho.

Bordearemos el cono por la parte Sur, ya que la parte norte resulta desagradable por pasar junto a la autovía. 
El paisaje en este tramo próximo a la costa es de una belleza inigualable, contrastando el color negro del malpaís con el azul del mar y la vegetación tan característica.
Poco antes de llegar a nuestro punto de origen, también nos encontraremos con unas pequeñas balsas que están destrozadas, que resultaban de antiguas salinas.
En esta zona nos encontramos con una vegetación de tabaibal-cardonal principalmente, muy bien adaptada a unas condiciones de pluviometría baja. Las especies más importantes que nos vamos a encontrar, son los cardones (Euphorbia canariensis), tabaiba dulce (Euphorbia balsamifera),  tabaiba amarga (Euphorbia broussonetii), balo (Plocama pendula),  lavanda (Lavandula canariensis), cardoncillo (Ceropegia fusca), romero de mar (Campylanthus salsoloides), Kleinia nerifolia, uva de mar (Zygophyllum fontanessi), Lotus sessilifolius, gualdón (reseda scoparia), cornical (Periploca laevigata) micromeria hissopyfolia, Launaea arborescens, salado (Schizogyna sericea)
Euphorbia canariensis
Si estamos atentos, también veremos en la zona próxima a la costa, el efecto del malpaís y las coladas de lava, con formaciones características como los tubos volcánicos, algunos de los cuales están derruidos. Pasaremos por algún punto por donde bajo de nosotros está hueco.
Ceropegia fusca
Es curioso ver los materiales que el agua del mar lanza al sendero, como cantos rodados de piedra pómez, fragmentos de caracolas u trozos de madera y pequeños troncos desgastados por el agua.
Euphorbia broussonetii

Euphorbia balsamifera

Fuentes:


domingo, 2 de enero de 2011

MEDITAR EN LA NATURALEZA.

Cualquier momento y cualquier lugar pueden ser buenos para meditar si lo pretendemos, pero la naturaleza nos brinda ese espacio ideal. El contacto con el aire, los posibles sonidos del agua, las aves u otros animales, la luz, los aromas, el suelo, las plantas…, toda una serie de elementos que percibimos a través de nuestros sentidos. Sin pretender entrar en todo lo que implica las técnicas de meditación, podemos acercarnos  de una manera muy sencilla.
El momento ideal. Aunque muchos momentos pueden ser ideales, el amanecer y la puesta del sol son muy especiales. En estos momentos, el viento suele estar parado, con lo cual resulta más agradable. Los colores cambian progresivamente, variando incluso en tonos morados y anaranjados si el cielo no está nublado.
Postura adecuada. Probablemente, no es necesario realizar posturas complicadas o incómodas. Si tenemos la posibilidad de encontrar un tronco o roca que nos permita asentarnos de forma cómoda como si fuera una silla, puede ser útil. Procuraremos tener en todo momento la columna recta. Poniendo nuestras manos sobre los muslos nos ayudaremos a tener la postura correcta.
Si tenemos la suerte de estar en un lugar con arena como puede ser la playa o en un prado con hierba tapizante, también podemos adoptar la postura del loto, con las piernas cruzadas, procurando siempre mantener la espalda recta, la barbilla ligeramente hacia el pecho. La parte posterior de la mano, sobre las rodillas, formando los mudras (uniendo las yemas de los dedos a modo de círculo) con los dedos pulgar e índice si lo preferimos.
Es muy importante llevar prendas de vestir que no nos aprieten, así como evitar relojes y cinturones. Lo ideal es llevar ropa suelta de algodón. Si hace frío es importante estar abrigado para estar cómodos.
Respecto al tiempo, se puede decir que depende de la persona y de cómo nos encontremos en ese momento. Si no estamos muy acostumbrados a realizar este tipo de actividad, conviene comenzar por tiempos pequeños como 20 minutos, de modo que nunca nos sintamos agobiados. Conforme vayamos practicando, nosotros mismos ampliaremos el tiempo si nos encontramos bien y lo consideramos. Una respiración suave nos ayudará. Podemos contar los tiempos (por ejemplo hasta seis), en la inspiración y en la expiración, y siempre por la nariz.
Si estamos en la naturaleza, es muy importante que comencemos identificando el medio y el lugar donde estamos una vez elegido el lugar. Comenzaremos mirando todo lo que está a nuestro alcance e identificando los sonidos, así como los aromas. Poco a poco, dejaremos la vista perdida, de modo que estaremos viendo pero sin mirar nada concreto. También podemos optar por cerrar los ojos. Después de identificar los sonidos, los oiremos, pero no los escucharemos. Trataremos de permanecer en ese estado, tratando de no detenernos en ningún pensamiento (por supuesto que nos vendrán, pero no nos detendremos en ellos).

El sonido del agua tanto si estamos en la playa como cerca de un río, puede resultar muy gratificante.
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